jueves, 19 de marzo de 2009

Empachado

Estoy empachado de los entrenadores que, cuando su equipo acumula una derrota tras otra (alguna de escándalo), se justifican apelando a que la 'grada' ni los periodistas saben de baloncesto. El último ejemplo, Trifón Poch. Su equipo, el CB Granada, lo está pasando mal: dos victorias en las últimas trece jornadas; ha perdido de forma definitiva, que no matemática, colarse entre los ocho mejores; y le aprietan los equipos de abajo de la clasificación.

Poch se despachó ayer en Radio Granada: "Yo entiendo que la percepción que pueda tener la gente desde fuera pues es diferente a los profesionales que estamos trabajando y que vemos mucho más: los errores, las carencias, las cosas que se podrían hacer y no se hacen. Entiendo que cueste desde fuera ver esas cosas porque no se esté preparado ni capacitado para verlas, entonces en ese debate a veces es difícil o prácticamente imposible encontrar un punto de encuentro, porque los deseos las ilusiones, las cosas que quiere un espectador, evidentemente, no siempre coinciden con las que ve un entrenador profesional con respecto al rendimiento de unos jugadores".

Partiendo desde la base de que Poch tenga razón, ha de valorar que generalizar siempre es injusto. Debe comprender que es muy complicado realizar afirmaciones como la suya si tiene en cuenta que en el Palacio de Deportes de Granada entran en torno a 8.000 aficionados, muchos más espectadores tienen opción a opinar si el encuentro es televisado, como sucede últimamente, y que en la grada, en las cabinas de prensa o mirando el televisor hay de todo, como en la viña del señor.

Es cuando menos curioso que los entrenadores (muchos, para no generalizar) se agarren a opinar sobre el conocimiento baloncestístico del entorno del equipo y que nunca, casi nunca (para no generalizar), acepten la opinión de los demás. Es algo que siempre sucede cuando los resultados no son favorables y sienten presión, o quizá miedo.

También es curioso que a casi todos los entrenadores no les guste nada, casi nada (para no generalizar), que los periodistas cuestionen sus decisiones y cuenten y valoren sus partidos. Eso sí, a los entrenadores, a casi todos (para no generalizar), les encanta cuestionar el saber de los periodistas y hablar de periodismo. Paradójico.

Trifón Poch debería saber que el último entrenador que salió de Granada, Sergio Valdeolmillos, al que él sustituyó, el principal problema que tuvo fue granjearse su divorcio con la afición y con los medios de comunicación menospreciando a ambos y haciendo gala de grandes dosis de soberbia tras las victorias y cargando contra los espectadores y los periodistas. Valdeolmillos la temporada pasada logró evitar el descenso del CB Granada a la LEB, pero no su despido como entrenador del equipo. Un vídeo montado por el Sargento Crítico en su blog, que también está colgado en YouTube, reflejó así la salida de Valdeolmillos de Granada:

Imprescindible oír el sonido del vídeo

Y eso que Sergio Valdeomillos, que ayer se convirtió en el nuevo entrenador del Breogán de la LEB Oro, ha disfrutado como técnico de la etapa más próspera del CB Granada. Y que por estadística obtuvo los mejores resultados de la historia del club.

Como continuidad de las dos entradas anteriores de este blog (y generalizando): cuando las barbas de tu vecino veas cortar... pon las tuyas a remojar.

Ah, y a ganar al CAI.

Nota: la magnífica foto, que no montaje, de Trifón utilizada en esta entrada también es de Sargento Crítico.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues el maestro Poch y sus niños se lucieron ayer con el Cai. ¿A qué se jugo a lo largo del encuentro? En el Cai lo tenían claro, pero ¿y en el Cebé? Bueno y de lo de la última jugada de Hunter, mejor ni mentar. Otro final de partido apretado y otro que se tira por la borda, porque se tiró. ¿Cuántos finales ajustados se han ganado?, creo que el de Bilbao y de potra. Pienso que es ganas de tontear con el descenso y que nadie se olvide de lo que sufrimos la pasada temporada.

Ile Pecile dijo...

Poch, como otros muchos entrenadores, critican que les critiquen desde otras profesiones, que es precisamente lo que hace. Vamos, está mal cuando lo hacen los demás, pero no cuando lo hago yo. Qué bonito está eso.